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                 "Galicia, la religiosidad gallega ordenada 

                              a una liturgia inculturada"               

                                  Ramiro González Cougil


Transcribimos, a continuación, el texto relativo a cruceiros del libro de Ramiro González Cougil "Galicia, la religiosidad gallega ordenada a una liturgia inculturada". Agradecemos infinitamente al autor que nos permita reproducir aquí estos párrafos de su libro.
El “cruceiro” o cruz de piedra frecuentísima en toda Galicia en los cruces de los caminos, “Corredoiras”, plazas y Camposantos, es uno de los monumentos más destacados del arte popular gallego. Nosotros los estudiamos aquí porque como construcción artístico-religiosa, sita en un espacio circundante concreto, constituye un único espacio sacro, destacable en el mundo gallego.

Castelao estudia el origen de los cruceiros gallegos con profusión. Sintetizando su tesis señalaremos los pasos siguientes: el menhir cristianizado constituye la primera cruz de piedra conocida en Galicia. El segundo paso es la cristianización (mediante una cruz de piedra) del pedrón romano. El tercer paso lo constituye el “humilladoiro” o cruz de los peregrinos, que es la resultante del “lech” (menhir) bretón, apoyado sobre una plataforma escalonada, también de piedra. El paso definitivo se realiza a partir del “humilladoiro” disminuyendo el viejo “pedrón” e incorporando el fuste. Nace así el “cruceiro” gallego.

La razón por la que abundan tanto en Galicia los “cruceiros” y el por qué de esta construcción religiosa en su origen, hay que buscarlo en la voluntad de la Iglesia de cristianizar lugares, pertinentes a cultos paganos, donde se teme el ataque de los muertos y del demonio. No hay que olvidar la función orientadora de estas cruces, en el pasado, por los caminos que conducían a Compostela.

A partir del siglo XVI los “cruceiros” proliferan en Galicia, debido al influjo de las órdenes mendicantes, constituyendo una “creación gótica” con la finalidad “de imitar las cruces procesionales”.

Tratando de precisar la función o finalidad de los “cruceiros” hemos de destacar que es compleja. Incluye los siguientes matices complementarios de su finalidad: consacratoria o santificadora de caminos, “encrucilladas”, plazas, “vereas”; protectora frente a influjos siniestros y hechizos; conductora de peregrinos; reconfortadora y de descanso para los caminantes; anticipativo-anunciadora de la proximidad de santuarios, sepulturas, muertes por accidente y de los límites jurisdiccionales; testificadora de las promesas que se realizan; conmemorativa de acontecimientos históricos y legendarios; impetratoria con motivo de alguna calamidad pública o de algún favor celeste; de acción de gracias por algún beneficio otorgado por Dios; satisfactoria, como penitencia por los pecados cometidos y piadoso-oracional, en orden a la realización del ejercicio del “Vía crucis”.

Por lo que respecta a las prácticas religioso-sacrales y creencias en torno a los “cruceiros” hemos de afirmar que son numerosas. Hay variedad de leyendas, hechos históricos significativos y comentarios populares curiosos en torno a los mismos. Al pie de los cruceiros se han dado prácticas de tipo supersticioso como la del Bautismo profiláctico o prenatal, cuando se sospecha que la madre no va a lograr dar a luz vivo a su hijo. El acto tiene lugar en un puente antiguo poniendo por “testigo” a un “cruceiro” cercano. De esta índole son también las prácticas que se refieren a la “Santa Compaña” en conexión con el “cruceiro”. Otras prácticas comportan una mezcla de superstición y fe cristiana, como la de los niños que comienzan a dar los primeros pasos y el sonar de las campanas el Sábado de Gloria. Otras que pueden tener sentido y explicación a partir de una visión de fe, como la de enterrar junto al cruceiro a los niños que morían sin Bautismo y otras personas. Hay otras prácticas de índole cristiano que se explicitan como devocionales de tipo oracional. Nos referimos al “Via crucis” siguiendo el itinerario marcado por un cruceiro en cada estación. No faltan prácticas ofertoriales que se explicitan en los ex-votos: elementos simbólicos personales, como trenzas de pelo, frutos de la tierra, coronas de flores y luces; prácticas de tipo gestual-significativo hechas con la cruz e imágenes móviles del “cruceiro”; de índole exequial-de sufragio, como la de llevar el féretro al “pousadoiro” del “cruceiro”; de índole anual para venerar un “cruceiro” y finalmente prácticas de tipo folklórico ligadas a los “cruceiros”.

Pero, con lo dicho no se agota el contenido vivencial religioso-social aglutinado por los “cruceiros”. Junto a ellos además se ha creado una cierta concurrencia y convivencia periódica de la gente y a sus pies se ha planificado la organización de muchas fiestas y diversiones populares.

 


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